Por Alicia Fernández "Los idiomas del aprendizaje"
"En mi libro Psicopedagogía en psicodrama, analizo la incidencia de la telemática (T.V., Internet, etc.) en la constitución de la subjetividad. Aquí no quiero dejar de señalar la importancia enseñante de un objeto: el televisor, que es un aparato, incluido en casi todas las casas, y que cada vez más está siendo el protagonista de la vida familiar.
Veamos la diferencia entre el televisor y un maestro autoritario. Este último puede hasta decir: «cállese la boca», «no pregunten», «nadie puede decir nada», «es lo que yo digo». En este caso, está explícito que si no pregunté es porque el maestro es malo, la maestra es gritona, no me deja hablar.
Con el aparato televisor no hay posibilidad de preguntar, de interrumpir.
Quiero abrir la discusión acerca de la incidencia del objeto televisor en los modos de pensamiento y las modalidades de aprendizaje. Me refiero al objeto televisor, más que a la televisión como fenómeno. El análisis de la programación merece otro estudio aparte.
Creo que un análisis psicopedagógico del televisor debe estar dirigido a precisar cuáles son las diferencias en los posicionamientos aprendientes entre un sujeto ante el televisor como enseñante y un sujeto ante un humano como enseñante.
Al hablar del televisor como enseñante, no me estoy refiriendo a los programas, sino al vínculo enseñante-aprendiente que se establece entre cualquier persona y el televisor.
Actualmente los medios de comunicación, principalmente la televisión y prefiero decir el televisor (ese aparato que está en el medio de todas las familias), aparece como un enseñante, con una fuerza más grande que la propia escuela.
Comencé a pensar en la importancia del objeto T.V. a partir de lo observado en la coordinación de grupos de adultos dedicados a la revisión de la historia de aprendizaje. En tales grupos utilizo técnicas psicodramáticas. Me impactó una diferencia generacional importante en cuanto a los objetos utilizados en la construcción de las escenas y la disposición de los cuerpos en el espacio: En la construcción espacial de los recuerdos, el objeto televisor está ocupando, para los jóvenes, el lugar que en los mayores de cuarenta años, ocupa el objeto mesa para comer.
En psicodrama (16), doy gran importancia al montaje de la escenografía por parte del participante que proporciona la escena. Situar el propio cuerpo en relación con los objetos recordados del pasado, es un posibilitador de la emergencia de afectos y sentidos que podrían estar sepultados, impidiendo que aquellas situaciones se hicieran pensables y, por lo tanto, dejándolas fuera de la posibilidad de historiarlas o perforando y desgarrando el tejido autobiográfico necesario.
Cuando propongo a adultos mayores de cuarenta años recordar escenas infantiles familiares de aprendizaje, la mayoría de ellas acontecen alrededor de la mesa, aunque el pedido no sea una escena de alimentación familiar. Mayoritariamente, las escenas se montan así: una familia en círculo, cenando o almorzando. Pueden estar amándose u odiándose, hablando de cosas interesantes o triviales, pero todos en círculo, mirándose y comiendo. Un fenómeno que me sorprendió es que en los jóvenes menores de 25 años, ante el mismo pedido, con la misma insistencia en que aparece la mesa en los mayores, en ellos aparece el televisor.
Además, todos podemos percibir que actualmente un niño que desea discutir con sus padres utiliza como argumento de autoridad la siguiente frase: «lo vi en la televisión», o aun «me lo vi por T.V.». Esas frases vienen a situarse en el lugar que años atrás ocupaba el argumento irrefutable: «me lo dijo la maestra».
Sin siquiera comparar televisor con maestra, me interesa detenerme en la diferencia que se introduce a partir de que la expresión verbal utilizada sea «me lo dijo» o «lo vi».
Cuando decimos «me lo dijo», en la frase hay alguien que dice algo, algo dicho y alguien que recibe lo dicho. Tres personajes. Cuando se dice «lo vi por televisión», es como si estos tres se hubiesen conglomerado en uno (17).
Sabemos que para que el aprendizaje acontezca, se necesita la presencia y la diferencia entre tres instancias: aprendiente-enseñante-conocimiento.
Trataremos de ver qué acontece en la relación con el televisor.
Existe un posicionamiento aprendiente diferente entre: «me lo dijo la profesora» y «lo vi por T.V.».
En el primer caso se hace referencia a una persona enseñante, y da cuenta de la existencia de tres términos:
a) Quién lo dijo (lugar enseñante).
b) Lo dicho (conocimiento - información)
c) Quién lo recuerda y enuncia (lugar aprendiente).
En el segundo caso, «lo vi en T.V.», indica un posiciona-miento donde la distancia entre los tres términos se acorta y donde se desdibuja el autor de lo relatado.
En el caso de «yo lo vi», va a ser más difícil colocar en cuestión lo visto. Cuando «lo dijo la profesora», en esa distancia que hay entre la profesora que habla y yo que escucho, con más facilidad puede hacerse pensable el conocimiento transmitido por el enseñante. Puedo investir a la información de mayor o menor credibilidad, de acuerdo con el conocimiento que tengo acerca de ese enseñante. Puedo decir «ella cree que es así», pero en cambio a partir del yo lo vi, es más difícil cuestionar, porque aquella distancia necesaria entre el enseñante, el aprendiente y el objeto de conocimiento ha quedado reducida.
En el posicionamiento aprendiente ante el enseñante humano, se facilita el trabajo de interpretación y por lo tanto el trabajo de pensamiento, en la medida en que se introduce una diferencia entre lo hablado y el hablante.
Ahí está la grieta donde puede trabajar el equilibrio necesario entre la certeza y la duda, que hace posible al pensamiento. Facilita la inclusión de «interpretación, mi originalidad, en relación con lo hablado, mi cuestionamiento en relación con lo enseñado». Ya que yo me diferencio del que lo dijo.
No estoy haciendo una crítica al aparato televisión. El televisor puede servir para pensar cuestiones que hacen a las modalidades de enseñanza, que se hacen patogénicas cuando, además del televisor, están las personas funcionando como televisores. La modalidad del televisor es también la modalidad de enseñar de muchos que están en el lugar de enseñantes.
La preponderancia del televisor no es causante de problemas; es un ingrediente que se sobreagrega a la modalidad de enseñanza exhibicionista.
Vamos a imaginar a doña María; resulta que el vecino es don Pepe. Llega don Pepe, la encuentra a doña María y le dice: «en la plaza, un negro violó a una chica». Puede ser que doña María conozca a don Pepe y entonces puede reflexionar: «este don Pepe es racista y por eso dice que fue un negro el violador». Cuando llega su marido, probablemente dirá: «¿sabés que don Pepe dijo que vio un negro violando a una chica? ¿Será verdaderamente así? Te acordás que don Pepe siempre habla mal de los negros»... empiezan a pensar.
Doña María ve por televisión una información: «un negro violó a una chica»; llega el marido y entonces probablemente dirá: «sabés un negro violó a una chica. Lo vi por televisión». Ya está, no hay nada más que pensar, se ha perdido la distancia entre el enseñante y el aprendiente. No se establece el aprender como un espacio «entre», como campo de diferencias.
En el impacto, la imagen visual tiene más fuerza de verdad que la palabra. Ésta deja más espacio para la pregunta.
Cuando digo «pienso esto», no quiere decir «esto es así». Precisamente ése es el lugar donde me incluyo diferente de aquello. Me incluyo con la pregunta. «Yo pienso» sería, en última instancia, lo mismo que yo me estoy preguntando. Deja abierta la posibilidad de otras cosas, es decir, abre. Por eso, la expresión de los chicos «yo me vi tal cosa en TV», indica como si fuera él quien se vio, como si no hubiera diferencia entre lo visto y el que ve.
«Comunicación de una palabra activa en la conciencia todo un campo semántico diferenciado. La imagen posee un funcionamiento inverso, comunica un complejo de emociones y significados, obliga a captar instantáneamente un todo indiviso de significados y de sentimientos indiscernibles, obturando una postura crítica.
Una comunicación para convertirse en experiencia cultural exige una postura crítica. La comunicación visual tiende a colocar al sujeto en un lugar de receptor pasivo, dificultando el juicio crítico... La invasión excesiva de estímulos por vía sensorial y no conceptual tiende a afectar la actividad de representación, no enriquece la imaginación y puede provocar intoxicación (18).
No estoy colocando estas ideas para lamentarnos del avance de la técnica (19), sino para que nos autoricemos a intervenir. Dando lugar en nuestra conceptualización e intervención psicopedagógica a los cambios subjetivos producidos por los objetos telemáticos y su incidencia en el aprendizaje, nos sustentaremos en la fuerza del pensamiento crítico, tratando de humanizar la tecnología.
Como dice Emiliano Galende (20), delante de una cultura tecnocrática, eficientista, individualista, es cuando más precisamos nutrirnos de los valores «de la cultura de la libertad y la autonomía». Tendremos que hacer lo que nos propone Piera Aulagnier: convocar a la búsqueda de los nexos que mantengan el fondo de memoria que nos permita trabajar con los principios de permanencia y de cambio. Y ese nexo es, precisamente, nuestra propia autoría de pensamiento. Así conseguiremos situarnos ante el futuro, autorizándonos a construir y construirnos un pasado. Tarea permanente, nunca acabada. Tarea que sólo podemos hacer cada uno de nosotros como actores y biógrafos de nuestra historia."
16 Alicia Fernández, Psicopedagogía en Psicodrama, Nueva Visión, Buenos Aires, 2000.
17 En Argentina, los chicos y los adolescentes en lugar de decir a otro «¿viste tal programa por
televisión?», dicen, «¿te viste?», «sí, me vi tal programa». Me parece interesante que suceda esto.
18 Clara R. de Schejtman en «Los juegos del niño en la actualidad, su incidencia en la construcción del psiquismo», Revista Topía, N° XXIV, pág.33, Buenos Aires, noviembre/febrero 1998/99.
19 Las colegas del Uruguay Beatriz Montaldo, Gelia Gómez, Ana Mosca y Esperanza Martínez en la
Revista de E.Psi.B.A., N° 6, nos dan un bellísimo ejemplo, de cómo situarse ante los avances de la técnica de un modo creativo.
20 Emilio Galende, "La cultura de la imagen y la subjetividad actual", Revista Zona Erógena, N° 24, pág. 13, Buenos Aires, invierno de 1995.
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