El proceso de industrialización de Japón muestra características peculiares del desarrollo capitalista, apartándose considerablemente de los modelos europeos. Dos factores determinaron la revolución Meiji y el fuerte intervencionismo estatal.
En primer lugar, la apertura de Japón al comercio internacional provocó entre 1859 y 1865 una fuerte crisis económica y social, cuyo detonante fundamental fue el alza del precio del arroz, cuya exportación había estado prohibida. Durante ese periodo se sucedieron revueltas populares, urbanas y campesinas, hostiles a la presencia de los extranjeros, y contra la política prooccidental del shogun. El estado de conflictividad general creado por la crisis fue aprovechado por los grandes señores feudales del sur (daimyo) y los jóvenes samurais, que organizaron el llamado “movimiento legalista”, sobre la base de un programa político en el que se mezclaba un notable espíritu tradicionalista y conservador con la aspiración de reformas económicas de talante abiertamente moderno.
En 1865 la revuelta de los samurais “choshu” demostró la debilidad y el aislamiento político del shogun. Dos años después murió el emperador Komei. El vacío político que se originó fue ocupado por los reformistas del movimiento legalista y el joven emperador Mutsu-Hito asume el poder y elige el nombre de Meiji (gobierno de las luces) para designar su reinado. Inglaterra y Estados Unidos apoyaron discretamente el movimiento reformistas.
En 1868 comienza a desmantelarse el sistema feudal: la carta de abril de 1868, dirigida a toda la nación, resumió todos los planes de reforma que sepultarían el viejo aparato del Estado feudal. En ella se pedía la abolición de las costumbres “absurdas”, se anunciaba el fin del gobierno absoluto, y se recurría a los conocimientos científicos y técnicos del mundo occidental. En 1869 se anuló el monopolio económico de los feudos y se dio luz verde a la libertad de iniciativa comercial e industrial. Los derechos señoriales ya no se pagarían en especies, sino en impuestos sobre la tierra. La venta de tierras se hizo libre. En el terreno político se abolió la distinción entre los cuatro Estados: daimyo, samurai, campesinos y comerciantes. Los feudos se transformaron en prefecturas administradas por el gobierno central. Se aprobó el calendario occidental, se instituyó la enseñanza moderna y obligatoria, y se dedicó un intenso empeño en el cultivo de la ciencia y la técnica.
La revolución Meiji fue una “revolución desde arriba”, dirigida por los altos estamentos contra el feudalismo, que paralizaba el desarrollo económico de las islas, en favor de las poderosas familias del shogunado. Había que entrar en la órbita del mundo moderno y estar a la par al “desafío” Occidental.
Se enviaron varios especialistas japoneses para analizar los gobiernos extranjeros y para seleccionar sus mejores características que se aplicarían en Japón; se redactó un nuevo código penal a imagen del francés, se estableció un Ministerio de Educación en 1871 para desarrollar un sistema educativo basado en el de Estados Unidos, que fomentaría una ideología nacionalista y la exaltación del emperador. El país experimentó un rápido crecimiento industrial bajo el control del gobierno.
En 1872, se decretó el servicio militar universal y, poco después se abolió la clase de los samuráis, no sin un trágico enfrentamiento entre estos en Satsuma.
Intervencionismo estatal
La base social del Estado, no se transformó en absoluto, sino que se amplió. En realidad, los antiguos señores feudales continuaron en el poder, y desde el Estado dosificaron tácticamente las reformas precisas para iniciar la industrialización, protegiendo firmas comerciales o aboliendo las aduanas interiores y monopolios feudales. A la sombra del intervencionismo estatal se desarrolló un bloque oligárquico Meiji, bien dotado de mano de obra y materias primas.
El Estado, por su parte, garantizaba la distribución de capitales, la importación de técnicos y mano de obra especializada, construyó las primeras líneas de ferrocarril y la primeras fábricas. El Estado Meiji fue el instrumento de dominación de una nueva clase dirigente, enriquecido por las confiscaciones hechas a los antiguos miembros del shogunado y a la familia Tokugawa, al empréstito exterior y la fiscalía, que absorbía constantemente los pesados impuestos que recaían sobre el campesino. Los intereses privados comenzaron a organizarse en cartels.
El desarrollo del capitalismo
El crecimiento del capitalismo en Japón fue muy rápido. Hasta el siglo XX dependía de Occidente: le pedía técnicos y le enviaba estudiantes y capataces; le compraba material de equipo y tomaba capitales a préstamo. Sin embargo, a comienzos del siglo XX el comercio japonés dejó de tener una estructura puramente colonial. Las exportaciones de materias primas disminuyeron en beneficio de las exportaciones de productos manufacturados.
Para comprender la rapidez con que se desarrolló el capitalismo en Japón bastarían estos datos: su volumen industrial, el gran comercio y la banca se calculaban en 253 millones de yenes para 1894, en 1903 este volumen se situaba en 887 millones de yenes.El carbón empleado en 1875 era de unas 600.000 T y más de 13.000.000 T para 1903.
Los más perjudicados de este desarrollo capitalista de fue, sin duda, el campo. Los campesinos pagaban pesados impuestos sobre la propiedad de la tierra a la fiscalía. El pequeño propietario vivía cada vez más miserablemente. La base social de la producción agrícola permaneció durante mucho tiempo en el marco de la pequeña explotación individual. Este desequilibrio fundamental afectó a Japón desde el principio de su desarrollo industrial.
Texto elaborado gracias a datos de:
http://www.portalplanetasedna.com.ar
Texto elaborado gracias a datos de:
http://www.portalplanetasedna.com.ar
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Bienvenido a creartehistoria, aquí tu opinión importa.