Hemos mencionado que son varias son las consecuencias que el Imperialismo provocó en las zonas ocupadas, pero probablemente las dos más nefastas, a mi juicio, y que perduran como característica estructurales del continente africano, son:
En primer lugar, las diferencias entre el mapa político que dejó como legado el imperialismo en las zonas ocupadas o conquistadas y el mapa étnico "real" de dichas zonas. Esto se ve claramente en África, donde el odio y la rivalidad tribal entre varias comunidades tiene mucho que ver con las fuerzas imperialistas que en más de una ocasión fomenta, financia y saca provecho de esas tensiones regionales-étnicas. En el proceso de reparto de África, las metrópolis europeas dividieron zonas que se consideraban hermanadas (por tradición o aspectos culturales, por alianzas tribales, por ubicación geográfica...) o aunó zonas que estaban en conflicto y que no se consideraban parte de una misma tradición y unidad territorial.
Si observamos con atención el siguiente mapa podremos ver lo complejo que se presenta la realidad en el continente africano tras el período de descolonización, por ejemplo: de una misma zona de ocupación europea serán varios los "Estados Independientes", que en las décadas del '50 y '60 se desprenderán o intentarán independizarse reclamando su derecho de autonomía. Esto provocó, y provoca hoy día, luchas que van desde el reclamo por cuestiones de fronteras, la ocupación territorial y reclamos por posesiones de recursos naturales y el derecho por la autodeterminación de los pueblos. Un segundo aspecto, y no menor, que permanece como característica típica de las zonas que fueron ocupadas por el imperialismo europeo, es la situación de pobreza y miseria crónica que vive la región. Si observamos datos estadísticos y gráficas, veremos que las variaciones sobre la situación de pobreza y miseria en dichas zonas permanecen como una constante a lo largo del siglo XIX, XX y XXI. Más allá de la incapacidad que nuestro presente parece tener para solucionar el tema del hambre y la miseria, este es un problema que el imperialismo agravó. Los datos estadísticos (incluso aquellos más esperanzadores) muestran que las zonas que sufrieron mayor despojo (de recursos económicos, tanto naturales como de mano de obra activa) son las que en peor situación de crecimiento y prosperidad se encuentran hoy día, no sólo porque recuperarse de décadas de control y dominio europeo no es tarea fácil, sino también porque las independencias de estas zonas (o el proceso conocido como descolonización) no significó liberar lazos de dependencia económica en su totalidad con las metrópolis europeas y sus representantes empresariales. Las deudas internas y externas están presentes como enfermedad crónica y las relaciones económicas y los términos de intercambio continúan favoreciendo al mercado de las grandes potencias. Esto no sólo agrava las posibilidades de desarrollo y crecimiento de las naciones africanas y su autodeterminación política, sino aspectos de la vida cotidiana, desde el acceso a la alimentación, la vivienda, la educación, servicios de higiene y salud, entre otros.