“Una razón por la cual los seres humanos podemos soportar la enorme carga de la múltiples relaciones sociales que nos sujetan, es que la compleja estructura de la realidad social resulta, por así decirlo… invisible. El niño crece en una cultura en la que la realidad social le es dada. Aprendemos a percibir y a usar automóviles, (ómnibus), casas, dinero… escuela, sin ponernos a pensar qué son, en qué consisten, porqué existen esos objetos. Nos resulta tan natural como las piedras, el agua, los árboles. También nos resulta natural que exista la propiedad, los matrimonios… las guerras, los poderes del gobierno… Esto ocurre porque la realidad de la sociedad es creada por nosotros para nuestro propósito… Los seres humanos, a través del lenguaje, creamos instituciones y relaciones sociales.”
(John Searle, filósofo contemporáneo norteamericano, “La construcción de la realidad social”, 1997).
Desde los primeros hombres hasta nuestros días, los seres humanos producimos nuestra realidad social a través de múltiples relaciones que establecemos con otros; es así que los hombres creamos, continuamente, las condiciones sociales de nuestra existencia. Por eso, para explicar y comprender por qué sucede lo que sucede, resulta necesario considerar como punto departida que no existen individuos humanos aislados ni hechos sociales aislados, sino que todos los seres humanos y las acciones humanas integran, siempre, conjuntos de relaciones sociales.
¿Quiénes son los protagonistas de la historia?
“El protagonista de la historia es el hombre en sociedad. Son los hombres en una actitud que incluye a los héroes, y a los genios, pero también a los obreros, a los campesinos y los indigentes”.
J. Fontana, “La historia de los hombres”, 2001
“En tiempos pasados, la mayor parte de la historia se escribía para glorificar a los gobernantes y, tal vez, para que éstos la usaran en la práctica. De hecho ciertos tipos de historia aún cumplen esas funciones. Desde mediados del siglo XX, son cada vez más numerosos los historiadores interesados por la historia desde abajo, que se proponen descubrir la vida y los pensamientos de la gente corriente para rescatarlos de la ‘enorme prepotencia de la posteridad’. Los historiadores de los de abajo dedican gran parte de su tiempo a averiguar cómo funcionaban las sociedades y cuándo no funcionan, además de cómo cambian…”
Eric Hobsbawm, historiador inglés contemporáneo,“Sobre la historia desde abajo”, 1998.
La multicausalidad en historia
“Los historiadores que sostienen esta ‘conciencia pluralista’ de la historia proponen abandonan la idea de que los hechos sucedieron según una ‘vía única’ y repensar la historia en forma de encrucijada que enfrentaron a los protagonistas con diferentes caminos posibles. Esta concepción de la historia da prioridad a la noción de cambio social: considera que la historia es ante todo transformación, modificación de lo dado para abrir paso a nuevas construcciones”. Y esto no puede entenderse sin tener en cuenta la multicausalidad, es decir “la concurrencia de múltiples factores como causas de los cambios”. Aunque desde hace décadas, numerosos filósofos y científicos sostienen posturas similares a la planteada anteriormente, la mayor parte de los integrantes de las sociedades contemporáneas que creen que las “cosas” suceden “obedeciendo un orden natural”, “determinado”, fuera de la esfera humana.
Texto realizado en base a Historia, el mundo contemporáneo, AAVV. AIQUE Polimodal, Bs. As., 2005.
El valor de la memoria
“La memoria colectiva es uno de los elementos más importantes de las sociedades desarrolladas y de las sociedades subdesarrolladas, de las clases dominantes y de las clases dominadas… La memoria colectiva, sin embargo, no es sólo una conquista: es un instrumento y un objeto de poder. Las experiencias vividas por las sociedades en las cuales la memoria social es principalmente oral o… está constituyéndose una memoria colectiva escrita permiten entender mejor esta lucha por el dominio del recuerdo y de tradición…
En las sociedades desarrolladas, los nuevos archivos (… orales,… audiovisuales) no se han sustraído a la vigilancia de los poderosos, pero éstos no son capaces de controlar la memoria colectiva tan directamente. En cambio, si logran intervenir en la producción de esa memoria a través de instrumentos como la radio y la televisión.
Compete a los profesionales de la memoria [entre ellos a los historiadores]… hacer de la lucha por la democratización de la memoria social uno de los imperativos prioritarios de su tarea”.
Jacques Le Goff, historiador francés contemporáneo, “El orden de la memoria”, 1991.
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