17 abr 2011

"Un Plan Marshall" para el mundo árabe

Manifestantes en El Cairo 
gritan consignas contra
el líder libio Muamar Gadafi, 
el pasado 22 de febrero.

Por Gavin Hewitt para BBC                                                     
Lunes, 28 de febrero de 2011
Hay una conciencia creciente en Europa de que los acontecimientos han llevado a uno de esos momentos cruciales.
El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Guido Westerwelle, dijo que el despertar del mundo árabe ha sido un "hito histórico". En su opinión, "nada va a ser como era antes". El secretario de asuntos exteriores del Reino Unido, William Hague, dijo que era "una prueba histórica para la Unión Europea". Si la democracia y la estabilidad pueden echar raíces en el norte de África, entonces sería "el mayor logro de la UE desde la ampliación"…

Esperanza y temor

Todo el mundo reconoce que en las ciudades del norte de África algo se ha desatado y no puede ser contenido. Es en parte un anhelo de libertad, pero también es incoherente. Y en su incoherencia, la oportunidad se mezcla con el miedo. Porque si los países liberados de sus líderes autocráticos caen, Europa podría tener problemas. "Si no tenemos éxito", añadió Hague, "los peligros para la UE de inestabilidad o extremismo en nuestras fronteras serán inmensos".
Los italianos están advirtiendo sobre el riesgo de que "cientos de miles de personas crucen hacia Europa". Su ministro de Asuntos Exteriores, Franco Frattini, dijo que "tenemos que movilizar los fondos europeos... porque, hablando francamente, si permitimos que las economías de sus países colapsen, vamos a estar pagando el precio".
Ahora se habla de un "Plan Marshall" para África del Norte, imitando el plan estadounidense que ayudó a reconstruir Europa tras la II Guerra Mundial. Fue visto como de importancia fundamental para poner Europa de nuevo en pie.

Tarea difícil

Esta semana en Bruselas, tuvo lugar el primer debate serio sobre un plan similar para Medio Oriente y África del Norte. Reunió a la UE, Estados Unidos, Japón y Australia. El ministro alemán de Relaciones Exteriores estuvo presente, así como Bill Richardson, de EE.UU., un demócrata con una larga experiencia en asuntos internacionales… En su forma más simple el objetivo sería facilitar el comercio y la inversión a cambio de la reforma política.
Algunos quieren que Occidente respalde a los grupos democráticos. Un ex candidato liberal en Egipto, Ayman Nour, estuvo argumentando que la oposición laica moderada necesita todo el apoyo financiero occidental que pueda conseguir. Sin embargo, un respaldo de los partidos políticos, no obstante democrático, es una estrategia arriesgada. El ex comisario europeo Chris Patten, escribió en el diario Times, que quiere ver las subvenciones y los préstamos del Banco Europeo de Inversiones dirigidas a proyectos sociales, económicos y de infraestructura. Su opinión es que Occidente debe recompensar a aquellos países que se comporten bien y salvaguarden y acepten el Estado de Derecho.
Otros insisten en la necesidad de construir las instituciones que hacen posible la democracia… El poder judicial no cuenta con la confianza del pueblo. La fuerza policial despreciada. Varios líderes europeos han señalado que no tendría sentido ir a elecciones sin que las estructuras que sustentan la sociedad civil estén en su lugar.
Otros argumentan que todos los esfuerzos deben dirigirse hacia la creación de puestos de trabajo para las poblaciones jóvenes e agitadas. Invertir en educación. Atacar el analfabetismo. Invertir en proyectos de infraestructura. Abogan por la apertura del comercio sobre una base favorable para estos vecinos del otro lado del Mediterráneo. Y por crear una zona de libre comercio que beneficie el sector textil del norte de África, los cítricos y las industrias del aceite de oliva. Pero eso tropezaría con la resistencia de los países de Europa meridional que cuyas economías están sufriendo.

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