21 jun 2011

Israelíes, palestinos y "los otros"

"Las voces de los pacifistas en Israel son contundentes, pero insuficientes. Los muertos palestinos suman demasiados; lamentablemente sus cadáveres siempre serán inútiles... para que sobre sus cuerpos se trace paz alguna. La inseguridad como cotidianidad en la vida de los israelíes, no sólo cual destino, sino como muerte, es un fenómeno brutal, devastador e incomprensible para la gran mayoría de quienes habitamos otros países. Sumidos en la peor de las barbaries, ambas poblaciones se encuentran asfixiadas en un túnel, cuyo fin parece inalcanzable. ¿Qué decir acerca de los muertos? ¿Cómo encontrar el término adecuado que describa el odio que ha infestado la región y que se ha propagado, nuevamente, sobre todo en Europa, en palabras y en acciones, bajo la realidad del antisemitismo? 
La destrucción y las muertes causadas por el ejército israelí son yermas, inservibles y repugnantes. Ury Avnery, pacifista israelí y miembro del Parlamento, escribió al reflexionar sobre los sucesos actuales, y en particular en los acontecimientos de Jenin: "Nada bueno para Israel saldrá de esta aventura, así como nada bueno salió de las anteriores aventuras de Sharon. La concepción del operativo era estúpida, su ejecución cruel, y los resultados serán desastrosos. No traerá seguridad ni paz, no resolverá problema alguno, pero aislará a Tel Aviv y pondrá en peligro a los judíos en todo el mundo". 
Avnery, por supuesto, tiene razón: la espiral generada por las muertes carece... El odio es una enfermedad brutalmente contagiosa que se propaga como la peor de las epidemias. Sembrarlo es fácil; erradicarlo, imposible. 
Los actos terroristas de los palestinos -se dice que es su única defensa- no son menos nauseabundos. Al mundo le preocupa, con razón, que el poderío del ejército israelí sea muy superior a la fuerza de los combatientes palestinos. Pero la sinrazón que cobija al palestino que decide dedicar su vida a Dios y a su pueblo no es menos temible que los tanques de Israel. Detrás de cada terrorista palestino hay una larga historia no sólo fundada por Israel: fanatismo, dinero en grandes cantidades, las torpezas de Arafat, e incontables caras embozadas que ven con buenos ojos cómo vuelan los cuerpos de 10, 15 o 20 israelíes mientras toman café o celebran una fiesta. Las madres de los suicidas dicen sentirse orgullosas de sus vástagos y ofrecen las vidas de los otros. La muerte del hijo representa un ingreso que oscila entre 25 mil y 100 mil dólares, y se lee como un acto divino que enaltece no sólo al pueblo, sino a Dios. El asesinato de israelíes no se considera un acto de venganza, sino de justicia. Al igual que la malevolencia, el fanatismo es un acto preñado de estupidez en el cual el peso y valor de las palabras son nulos. Denominar mártires a los terroristas es contraponer valores. 
El dinero proveniente de "los otros" actores, quienes parecen lavarse las manos por la situación actual de los palestinos, pero que han sido actores cimentaron desde siempre el conflicto, es parte ineludible de la trama. Los palestinos han servido como pegamento para unir a las naciones árabes contra Israel y no debe soslayarse en la discusión actual. Lo mismo sucede con las naciones vecinas de Israel, que nunca han incorporado a los palestinos a sus vidas. Tampoco debe olvidarse que algunos de esos países los han vejado, asesinado y olvidado. Han suministrado mucho dinero para alimentar la inquina y crear centros de terrorismo, pero han contribuido poco, muy poco, para sembrar escuelas, mejorar la salud o la educación. ¿Quiénes presionaron a Yasser Arafat para que no aceptara el plan de paz de Barak que, como se recordará, ofrecía "casi todo" lo que el líder palestino había solicitado? La única forma de entender la persistencia de Arafat en el poder es que su presencia conviene a múltiples y oscuros intereses. O ¿acaso ha mejorado la calidad de vida de sus connacionales? 
El odio de los palestinos se ha alimentado por el de los israelíes y viceversa. Esa suma rebasa todo diálogo. La inutilidad de la ONU, de Estados Unidos, de destrucción de parte de la vida palestina y la siniestra presencia de quienes apoyan y consideran justos los actos terroristas ha creado un entramado inimaginable. 
Por ahora, las muertes y el odio han sepultado todo diálogo. Los palestinos merecen el derecho a la autodeterminación, el fin de la ocupación y vivir en libertad y seguridad. Los israelíes requieren ser reconocidos por las naciones árabes y garantizar su seguridad. Mientras Sharon y Arafat persistan en el poder será imposible."

Arnoldo Kraus
La Jornada 
Directora General: Carmen Lira Saade. México D.F. Miércoles 24 de abril de 2002

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