"Al norte de Tampico, el petróleo mexicano pertenece a la Standard Oil. Al sur, a la Shell. México paga caro su propio petróleo, que Europa y Estados Unidos compran barato. Las empresas llevan treinta años saqueando el subsuelo y robando impuestos y salarios cuando un buen día Cárdenas decide que México es el dueño del petróleo mexicano...
Inmensas multitudes se lanzan a las calles en manifestación incesante, llevando en hombros ataúdes de la Standard y la Shell, y con música de marimbas y campanas los obreros ocupan los pozos y las refinerías. Pero las empresas se llevan a todos los técnicos..., y no hay quien maneje los indescifrables tableros de mando. La bandera nacional flamea sobre las torres silenciosas. Se detienen los taladros, se vacían las tuberías, se apagan las chimeneas. Es la guerra contra las dos empresas más poderosas del planeta y sobre todo la guerra contra la tradición latinoamericana de la impotencia, la colonial costumbre del no sé, no puedo.
La Standard Oil exige la inmediata invasión de México. Cárdenas advierte que incendiará los pozos petroleros si asoma un soldado en la frontera... la corona inglesa anuncia que no comprará una gota de petróleo mexicano. Francia dice lo mismo. México no encuentra quien le venda una pieza de repuesto...
Cárdenas... busca clientes en la áreas prohibidas, la roja Rusia, la Alemania nazi, la Italia fascista, mientras las instalaciones abandonadas van resucitando poquito a poco: los trabajadores mexicanos... se las arreglan como pueden a fuerza de puro entusiasmo, y así la magia de la creación va haciendo posible la dignidad."
Eduardo Galeano en "Memoria Del Fuego III"
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